LA MIRADA COMO TERRITORIO DE REVELACIÓN

Patricia Vesga, quien firma como PAVES, es una artista visual cuyo trabajo explora la observación como acto de revelación. Desde su infancia, la artista encontró en la pintura una forma de detener el mundo para comprenderlo, un medio que le permite acceder a lo que la mirada apresurada suele omitir. Su realismo —lejano de lo puramente técnico— es una práctica meditativa que transforma el detalle en conocimiento sensorial.

Formada en Bellas Artes con la intención inicial de dominar las técnicas de los grandes maestros, PAVES se encontró con el arte contemporáneo y conceptual, hallando en esa tensión un campo fértil para la reflexión. Su exploración del autorretrato la llevó a indagar en conexiones psicológicas de proyección e introyección, incorporando materiales como espejos, lentes y grabado láser. En estas experiencias, la artista convirtió la superficie en un espacio de diálogo entre lo visible y lo interior, entre quien observa y lo observado.

Con el tiempo, regresó a la pintura como territorio esencial, donde la mirada se convierte en el eje de toda experiencia. Los ojos —tema recurrente en su obra— funcionan como símbolos de comunicación y autoconocimiento, pero también como umbrales hacia lo que no puede decirse con palabras.
Así, PAVES desarrolla una trayectoria coherente de estudios visuales: los ojos animales y su energía instintiva, los Instantes que condensan emoción y fugacidad, las Bañistas que despojan al cuerpo de la idealización, y los Espejos del Alma que abren un diálogo silencioso con el espectador.
Su serie más reciente, Oasis, traslada esa misma búsqueda a la naturaleza: frailejones, bromelias y líquenes convertidos en metáforas de resiliencia y vida interior.

El trabajo de PAVES puede entenderse como una arqueología de la mirada: una exploración constante de la relación entre el ver, el sentir y el ser. Cada obra es un acto de contemplación transformada, donde la paciencia y el asombro se funden en una poética de lo esencial