MANANTIAL

El guardián silencioso del agua andina

Óleo sobre lienzo, 2025 - 160 X 130 cm, Obra disponible.

En esta obra, la artista dirige nuestra mirada hacia uno de los protagonistas silenciosos de los ecosistemas altoandinos: el frailejón en plena floración. Lejos de ser un simple ejercicio de representación botánica, Manantial se constituye como un acto de reconocimiento profundo, un homenaje pictórico a estos centinelas vegetales que custodian el agua y la vida en los páramos.

La elección del momento de floración no es fortuita. Estas inflorescencias doradas, capturadas con la densidad y luminosidad características del óleo, emergen como el "verdadero oro del páramo" una riqueza que trasciende lo material para situarse en el ámbito de lo vital y lo ecológico. La artista establece así una jerarquía de valores; frente al extractivismo que ha amenazado históricamente estos territorios, propone una economía simbólica donde la belleza natural y la función ecosistémica constituyen el auténtico tesoro.

El contraste dramático entre la luminosidad cálida de las flores y la atmósfera sombría, casi tormentosa del fondo, intensifica la presencia del frailejón como faro de vida en medio de la niebla. Esta tensión cromática no solo construye un impacto visual poderoso, sino que subraya simbólicamente la fragilidad y la resistencia simultáneas de estos ecosistemas ante las amenazas ambientales.

El título Manantial, expande el campo semántico de la obra más allá de lo visual. Evoca la función hídrica fundamental de los frailejones como reguladores del ciclo del agua, transformando la pintura en metáfora liquida: cada flor se vuelve fuente, cada planta un acuífero vertical. 

Trabajada con meticuloso detalle, la obra captura la textura aterciopelada de las hojas y esa atmósfera de humedad perpetua que envuelve al frailejón. Cada pincelada revela el vello plateado que atrapa la niebla y la transforma, gota a gota, en agua. La técnica pictórica se vuelve así  vehículo de una verdad ecológica: contemplar estos frailejones es contemplar el origen mismo del agua que sostiene valles y ciudades enteras.

Esta obra se inscribe en una tradición contemporánea de arte ambiental que no solo documenta, sino que reclama y celebra. Es en esencia, un ejercicio de gratitud visual hacia aquello que nos mantiene vivos.